¿Qué hay que evitar cuando “no puedo evitar” llegar tarde a una reunión?
A veces, no podemos evitar llegar tarde a una reunión a la que hemos sido convocados. Sin embargo, aunque seamos impuntuales, siempre podemos paliar los daños colaterales no deseados.
¿A qué me refiero? A evitar esos hábitos improductivos que tenemos cuando interrumpimos una reunión ya iniciada:
- Explicar a todos los asistentes el motivo de tu retraso, con todo lujo de detalles… Sinceramente, carece de interés (a no ser que haya un cotilleo jugoso detrás, pero no suele ser el caso).Un pequeño gesto o expresión facial fácilmente interpretable de disculpa, basta.Si quieres, cuando finalice la reunión y en privado, ya te excusarás ante la persona que la facilitaba.
- Pedir, aunque sea amablemente, si te pueden poner al día de lo que te has perdido.Busca todos los indicios que te permitan “seguir” honrosamente la reunión y si quien la facilita considera conveniente darte algún dato adicional, ya lo hará.
- Elegir mal dónde sentarte, como la silla más alejada de la entrada o que provocará más movimientos y “ruidos”. Olvídate del “¿está ocupada esta silla?”. ¡Si hay un bolso en una silla, busca otra!
- Comentar con el vecino las circunstancias o pedirle resumen.
Por cierto, el comentario al llegar “perdón, es que tenía mucho trabajo” (como si los demás no…), mejor ahórratelo.
Aunque la principal responsabilidad sobre la puntualidad recae sobre quien la lleva, ejercer puntualmente la impuntualidad de la manera más efectiva posible, es responsabilidad nuestra. Y punto. 😉
Foto de jarmoloc (pixabay)