Desayunos con dirección… equivocada
Cada vez más empresas adoptan la idea de poner en marcha los “Desayunos con Dirección,” una iniciativa con vocación de fomentar el diálogo y la mejora constante entre todos los que forman parte de la compañía.
Hasta aquí las buenas intenciones.
Pero, ¿funcionan o no? La respuesta es… depende.
A veces son desayunos con dirección equivocada.
1) ¿Hay diferencia con las reuniones de siempre?
Si en realidad son únicamente una plataforma para lanzar discursos unidireccionales acompañados de una taza de café, se podrían ahorrar este último. La gente tiene la sensación de que están en manos de trileros, que les venden la idea de accesibilidad y voluntad de escucha, pero que en el último momento lo que está debajo de la taza, es más de lo mismo: nada.
La informalidad no solo es aconsejable, sino imprescindible y el diálogo debe ser real.
Las reglas de juego deben estar claras desde el principio y los jugadores deben conocerlas perfectamente.
2) ¿Quién acude?
El número de personas “invitadas” (no convocadas…) es importante y si se quiere de verdad establecer un diálogo abierto, el número deberá facilitar la participación de los “invitados”. No se puede obligar a nadie a asistir.
Algunas empresas han optado por que los participantes se “apunten” voluntariamente. El nivel de implicación será elevado, pero existe el riesgo de que siempre acudan los mismos para hablar de los mismo, cayendo en peleas de gallos infructuosas.
3) ¿Qué se hace con las propuestas o comentarios que surgen?
Si no se recoge formalmente lo que se ha expuesto informalmente, no se ha avanzado. Y las respuestas demasiado estandarizadas generan desafección a este tipo de iniciativas, girándose en contra de quien las propone.
Si no te interesa lo que piensan o sienten tus colaboradores, utilizar los “Desayunos con dirección” para disfrazarse de empresa moderna, no solo no permite obtener buenos resultados, sino que puede resultar contraproducente.
La incoherencia puede hacer que a la Dirección se le atragante el desayuno.