¡Ah, el “pues yo más” y el “pues tú más”!
Dos grandes clásicos que no pueden faltar en una reunión destinada a la deriva. Seguro que los conoces bien: ese momento glorioso en el que alguien suelta una idea o comparte un logro y, sin dar tiempo a aplaudir o reflexionar, otra persona ya está lista para el contragolpe. “Ah, sí, pues yo…” Y así empieza la carrera sin fin hacia el Olimpo del ego.
El “pues yo más” es ese arte sutil de transformar cualquier reunión en una competencia de medallas imaginarias. ¡Olvídate del objetivo del encuentro! Lo importante ahora es ver quién lo ha hecho mejor, más rápido o más grande. Un intercambio de golpes dialécticos donde el proyecto del equipo queda aparcado y lo que cuenta es quién queda por encima de quién. Y cuando no lo están midiendo todo con el “yo”, entonces llega el turno del “pues tú más” “tú peor, o el maravilloso “pues anda que tú”, porque si el barco se hunde, ¡que se hunda con todos a bordo!
¿El resultado? Una reunión que se convierte en una versión corporativa de un combate de boxeo, pero sin guantes, sin ring y, sobre todo, sin sentido. Nadie avanza, todos se pierden en esa nube de autoafirmación y el reloj sigue corriendo, mientras el resto de asistentes miran a la salida, deseando escapar.
Entonces, para evitar que tus reuniones se conviertan en una maratón de egos, recuerda este mantra: “No estamos compitiendo, estamos colaborando”.