¿Por qué tengo que asistir yo, a esa reunión?
A veces, se nos convoca a una reunión y pensamos : ¿por qué yo?.
En función de la diferencia jerárquica con el convocante y también de nuestra personalidad (¡vale, también influye la cultura de empresa!)… podemos reaccionar de diversas maneras:
- Quejarme en voz baja (pero nunca al causante de mi hipotética pérdida de tiempo) aunque luego, sumiso, asisto sin rechistar…
- Si mi posición me lo permite, envío un “delegado”. Sin averiguar si mi presencia era clave en la reunión, busco un sustituto que luego “ya me contará… “, creando a veces situaciones harto incómodas para el pobre emisario.
- Hablar con quien nos ha convocado y preguntarle :
- Cuál es el verdadero objetivo de la reunión (si el tema es muy amplio nunca sé para qué se me ha convocado…, si me especifican el objetivo, es posible que comprenda mejor mi rol en la reunión y además acuda preparado a la misma)
- Qué se espera que aporte (información, opinión, parte de la decisión, nuevas ideas, o … simplemente oreja)
En el tercer supuesto, el moderador podría darse cuenta de que seguramente su convocatoria no acababa de ser clara…y recapacite. Además, si tengo suerte, también puede “caer” en que mi presencia no es indispensable… y librarme así de una reunión inútil para mí.
También es posible que me concrete qué se espera de mí y por lo tanto yo no llegue con las manos en los bolsillos, compartiendo la sensación de ser copartícipe en una reunión inefectiva más…
Es verdad que no pasa nada por pedirle al director qué espera que aportes, al contrario, siempre quedas mejor que si llegas silbando.
Toni
Estoy contigo Toni,
Eva